Se trata de un juego de ropas de terciopelo color verde agua, con forro de color rojo fuerte y sin encaje o galón, compuesto de manto, saya, corpiño, mangas y vestido del niño. Pero lo que de verdad lo convierte en una obra de arte son los bordados que decoran esta singular pieza. Según el libro de cabildos de esta cofradía, el manto se estrenó el día 6 de Julio de 1856, celebrando una solemne procesión con imágenes de otras cofradías. Fue una donación por parte de D. Antonio Valentín Baca, una de las personas más influyentes en la cofradía durante medio siglo. Por tanto, la hechura del manto se sitúa en la mitad del S.XIX, época en la que se estrenan el manto carmesí y el estandarte de la Virgen de la Sierra.
Es más, el manto "color fuego" de nuestra Patrona, recientemente restaurado, se hizo entre 1852 y 1853, y el estandarte en 1857, obras documentadas realizadas en el taller del Monasterio de las Madres Agustinas de Cabra. Sería extraño que un taller de estas características tardase 4 años en realizar el estandarte, ya que en solo dos habían bordado el manto, de dimensiones mucho mayores. Aún así, entre 1853 y 1856 no consta ningún trabajo de este tipo en los documentos de las Agustinas.
Por la parte documental, por tanto, no sabemos con certeza a quién se debe el bordado del manto de la Virgen del Rosario. Sin embargo, tenemos otra fuente de información casi más valiosa, que nos acerca con creces a la confirmación de la hipótesis. Hablo de los dibujos y del material utilizado, como hilos, pedrería, chapas, espejuelos... que encontramos en ambos mantos. Las similitudes que encontramos en los modelos de las flores, las hojas llamadas de "cartulina", y sobre todo las innumerables espigas de chapas de oro que brotan de los tallos del dibujo, nos confirman casi sin margen de error, que fuesen nuestras Monjas Agustinas las que realizaron esta riquísima pieza para la Cofradía del Rosario.
Además, suponemos que este manto se tardó en hacer, como mínimo, tanto como el manto rojo. Así, las fechas del manuscrito del convento sí tendrían sentido: Entre 1853 y 1856 se haría este manto, y ya en 1857, el estandarte.
Encontraríamos, de esta manera, una nueva obra que realizaron las madres Agustinas de Cabra, quizá con la ayuda de las dominicas del ex convento de San Martín, que tras la exclaustración, se refugiaron en el de San Agustín. Podemos así, una vez más, presumir de este magnífico taller, que dejó auténticas joyas del bordado para nuestra localidad, como son los citados manto rojo y estandarte de la Virgen de la Sierra, así como el del día ocho o "de oro", el de la Virgen de la Soledad, Remedios y los dos de las Angustias, o el sudario del Señor de la Columna, entre otras.
José Jiménez Peña
